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Las influencias de Emilio Carrère

Emilio Carrère (1881-1947) fue una figura prolífica de nuestras letras que cultivó todos los géneros. Fue poeta, novelista, periodista, crítico literario, Cronista de Madrid, antólogo, amante del arte dramático y asiduo de las tertulias literarias.



En las primeras década del siglo XX, Emilio Carrère alcanzó una popularidad notable como el cantor de la bohemia madrileña. Por medio de su obra literaria supo representar el inframundo de los marginados, hampones y prostitutas en poemas como «La musa del arroyo», memorizado por varias generaciones de madrileños:


Cruzábamos tristemente

las calles llenas de luna,

y el hambre bailaba una

zarabanda en nuestra mente.

Al verla triste y dolida,

yo la besaba en la boca:

«¿Por qué aborreces la vida,

Risa Loca?».


Esta fascinación por la vida bohemia surge de la lectura de los poetas malditos franceses: Villón, Baudelaire, Verlaine y Rimbaud. La traducción de los Poemas saturnianos de Verlaine lo conduciría a explorar el movimiento simbolista, su lírica y su temática: la enfermedad, la prostitución, la fatalidad, el dolor, el misterio y la muerte. Pero en su obra también se encuentra la influencia de la poesía romántica de Bécquer y del modernismo de Rubén Darío, junto al romancero popular y las canciones infantiles.

 Su primer poemario vería la luz en 1902, Románticas, obra de tono becqueriano donde ya aparecen algunos de sus principales temas: el dolor, la enfermedad y la muerte. Estos poemas beben de diferentes influencias literarias. Desde las tenebrosidades de los poetas románticos, hasta la literatura gótica inglesa, pasando por la lectura de Noches lúgubres de Cadalso.


Más tarde en 1906, Carrère llevará a cabo la primera antología del modernismo hispano, La Corte de los Poetas y en 1909, tendrá lugar su publicación más importante, El Caballero de la Muerte, poemario que lo consagrará como poeta. El tema principal de esta obra es la oposición entre Eros y Thanatos. En estos poemas Carrère tratará la muerte de forma directa y explícita pero también desde la imagen y la metáfora. La muerte está en el dolor, en la enfermedad, en el hambre, en la miseria y en la locura. El Caballero de la Muerte es un espejo del sentimiento trágico de la vida, donde el lector conoce la tristeza del poeta solitario. 


Respecto a la crítica de El Caballero de la Muerte, cabe destacar la escrita por Julio Camba en la primera página de El Mundo de Madrid, con fecha del 9 de mayo de 1909: «Hay que desconfiar de los poetas y de las tristezas de los poetas; pero a mí los versos del Sr. Carrère me producen una impresión exacta de sinceridad. El Sr. Carrère ha hecho un libro realmente admirable. Un poco anarquista, un poco místico, un poco inmoral y muy triste». El crítico Federico Carlos Sainz de Robles describió la poesía de Carrère como «íntima y romántica, musical y pegadiza, fácil y realista».


En su canto a la vida bohemia el ambiente madrileño se convierte en protagonista y desde la estética modernista trata las sensaciones y los sentimientos de lo decadente. Los versos de Carrère, al igual que su narrativa, discurren por los bajos fondos de la sociedad madrileña como un canto a la nocturnidad:


¡Noche de la ciudad! Negra desolación,

yo te he sentido, noche, toda en mi corazón

en las horas de tedio, de dolor y de anemia

del brazo de la pálida señorita Bohemia.


Carrère, bajo la máscara de la bohemia, expresa el dolor del alma y en este deambular nocturno por los rincones más oscuros de Madrid, el poeta siente una gran desesperanza:


Palabra de amor que esconde

la llaga que va sangrando

y andar, siempre andar. ¿Adónde?

¿Y hasta cuándo?





Bibliografía:

Julia María Labrador Ben y Alberto Sánchez Álvarez-Insúa, «La obra literaria de Emilio Carrere (I). Emilio Carrere y sus poemarios Románticas y El Caballero de la Muerte», DICENDA. Cuadernos de Filología Hispánica, 2001, 19, 115-14.


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