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Los oficios de Carrère

Periodista, novelista, poeta, dramaturgo. Emilio Carrère fue conocido en esas disciplinas —quizá más en poesía y como periodista—, pero durante su vida, por unos motivos u otros, tuvo otros trabajos poco o nada relacionados con el mundo de la escritura.


De joven le interesó la pintura, afición que de adulto le llevaría a pintar varios autorretratos y que, según expertos, influyó en su escritura, pues retrataba la realidad del momento sin tapujos. Después, como se interesó por el teatro, se apuntó a clases en el Centro Instructivo del Obrero, un centro educativo dedicado a la instrucción de las clases trabajadoras, y entró en la compañía de teatro de Juan Casañer, profesor del mismo. Participó en varias obras como actor —un personaje que le gustaba mucho era don Álvaro, de La fuerza del sino—. El mundo dramático siempre le acompañó en sus aventuras literarias. Empezó a publicar cuentos y poesías. Tuvo que bajar del escenario cuando su abuela enfermó y su padre, Senén Canido Pardo, director del Tribunal de Cuentas, situó a su hijo como funcionario en su misma institución para salvar la situación familiar, pero huyó de allí al poco tiempo. Se ganó la vida escribiendo teatro hasta la muerte de su padre, quien le dejó una considerable suma de dinero que no tardó en gastarse.


Actuó como editor en la creación de antologías, fue director de «El cuento semanal» —revista literaria publicada entre 1907 y 1912— y publicó artículos en la sección Madrid Cómico «Retablillo literario». Esta última era una revista antimodernista que se publicó entre 1880 y 1923 caracterizada por sus caricaturas y su tono satírico. Colaboraban ilustradores como «Mecachis» y autores como Clarín y Emilia Pardo Bazán.



Durante la Guerra Civil se escondió. Al acabar la guerra e instaurarse la dictadura franquista, volvió a ganar popularidad e influencia escribiendo artículos para el periódico Madrid así como en varias revistas. Esto le procuró una extensa red de contactos, que aumentaba constantemente gracias a sus visitas al teatro. De vez en cuando hacía algún favor a sus conocidos, por ejemplo, escribiendo buenas reseñas y recomendaciones de obras.


En 1943 es nombrado cronista de la Villa. El cronista de la Villa es un cargo que otorga el Ayuntamiento de Madrid a aquellos sujetos que han destacado en algún área de investigación, publicación o difusión de temas relacionados con Madrid. La función de los nombrados cronistas era opinar sobre los asuntos que el Ayuntamiento dictaba. El cargo le duró cuatro años, porque en 1947 murió.


Fotografía casa panadería
Casa de la panadería en Madrid. Antigua sede de los cronistas de la Villa.

Algunos enlaces de interés:

Para saber más sobre Carrère y el teatro.




Bibliografía.

  • Cronista de la Villa de Madrid. Wikipedia. Disponible en enlace.

  • Emilio Carrere. Wikipedia. Disponible en enlace.

  • Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. Biografia de Emilio Carrere. Biografías y Vidas. Disponible en enlace.

  • Labrador Ben, Julia María; Sánchez Álvarez-Insúa, Alberto. Emilio Carrere Moreno. Real Academia de la Historia. Disponible en enlace.

  • Labrador Ben, Julia María; Sánchez Álvarez-Insúa, Alberto. Emilio Carrere y el nazi-fascismo. Poética y narrativa: deudas, autoplagio y plagio. Disponible en enlace.

  • Riera Guignet, Alejandro. Emilio Carrere y el mundo del teatro. Disponible en enlace.

  • Senén Canido Pardo. Wikipedia. Disponible en enlace.

  • Universidad Autónoma de Nuevo León. El Cuento Semanal, 1910, Año 4, Nº203, Noviembre 18. Hemeroteca Digital UANL. Disponible en enlace.

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«Soy el titiritero que mueve sus muñecos vivos, poniendo una rosa de poesía sobre el dolor de los burdeles y una ilusión de gloria sobre los soñadores fracasados.» Emilio Carrère

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